miércoles, 29 de septiembre de 2010

La Sabiduría del Silencio Interno

Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca.
Sé breve y preciso ya que cada vez que dejas salir una palabra, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu Chi. De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía. Nunca hagas promesas que no puedas cumplir.
No e quejes y no utilices en tu vocabulario, palabras que proyecten imágenes negativas, porque se producirá alrededor de ti todo lo que has elaborado con tus palabras cargadas de Chi.
Si no tienes nada bueno, verdadero y útil qué decir, es mejor quedarse callado y no decir nada.
Aprende a ser como un espejo: Escucha y refleja la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado, porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.
Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna.
Aprende a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas
y sin prejuicios. Porque siendo como un espejo sin emociones aprendemos a hablar de otra manera.
Con el poder mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse con sus propias opiniones y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permite una comunicación sincera y fluida.
Aprende a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios.
Porque siendo como un espejo sin emociones aprendemos a hablar de otra manera.
No te des mucha importancia, y sé humilde, pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión y de ilusiones.
Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros, y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible, insondable como el Tao.
No compitas con los demás, vuélvete como la tierra, que nos nutre, que nos da lo que necesitamos.
Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, a percibir sus virtudes, a brillar.
El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente.
Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.
No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar conciencia profunda de la situación, vas a crear estados complicados.
La gente no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “sí”, porque saben que ese famoso “sí” no es sólido y le falta valor.
Toma un momento de silencio interno, para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después.
Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría.
Si realmente hay algo que no sabes, o no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego, porque le gusta saber todo, siempre tener razón, y siempre dar la opinión muy suya. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace creer que sabe.
Evita el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, ni prejuicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad.
Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es expresar tu opinión muy personal y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder tus propias
debilidades.
El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra. Recuerda que todo lo que te molesta de los demás
es una proyección de todo lo que todavía no has logrado resolver de ti mismo.
Deja que cada quien resuelva sus propios problemas, y concentra toda tu energía en tu propia vida.
Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte, en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión.
Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan,
que son simplemente opiniones, y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.
Tu silencio interno te vuelve impasible.
Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar tu ego, que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar.
O por lo menos algunas horas en el día, según lo permita tu organización personal. Este es un ejercicio excelente para conocer, y aprender el universo del Tao ilimitado, en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao.
Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar, y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio.
Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas, para realizarte y liberarte completamente.
Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya.
El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se impone y abusa de este poder el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo tu ser se envenenará rápidamente.
Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro
y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser.
Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del Tao.

sábado, 10 de abril de 2010

Resumen del EL ARTE DE LA GUERRA

Sun Tzu

INTRODUCCIÓN



"En esencia, el Arte de la Guerra es el Arte de la Vida"

Sun Tzu fue un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo. La colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu es el tratado sobre dicho tema más antiguo que se conoce.
A pesar de su antigüedad, esta obra domina sobre cualquier otra sobre el mismo tema.
La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución Francesa, en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M. Amiot.
En las diversas traducciones que se han hecho desde entonces, se han documentado más las traducciones.
El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra descansa en estos dos principios: Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. La Gran idea de El supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar.
Las ideas de Sun Tzu se extendieron por el resto de Asia hasta llegar a Japón. Los japoneses adoptaron rápidamente estas enseñanzas, y posiblemente, añadieron algunas de su propia creación. Hay constancia de que el principal libro japonés sobre el tema, "El libro de los Cinco Anillos", está influido por la filosofía de Sun Tzu, ya que su autor, Miyamoto Mushashi, estudió el tratado de "El Arte de la Guerra" durante su formación como Samurai.
Habitualmente se hace referencia a las culturas orientales como culturas de estrategia y no es pequeña la influencia de Sun Tzu en este desarrollo cultural. Hoy en día, la filosofía del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente "militares", aplicándose a los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso el comportamiento social y personal. Por ejemplo, muchas frases claves de los manuales modernos de gestión de empresas, son prácticamente citas literales de la obra de Sun Tzu (cambiando los adjetivos calificativos: por ejemplo, ejercito por empresa, o armamento por recursos, sin ir más lejos). Las ideas siguen siendo completamente válidas a pesar de los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron.
Una advertencia antes de comenzar: No es un libro "fácil". Conviene leerlo despacio meditando en el sentido de las ideas expresadas en las frases, no quedándose en la cita literal. Solo de esta forma se podrá sacar el máximo provecho a su estudio.
Personalmente, lo considero una lectura imprescindible para la formación de un artista marcial.

MANIOBRAS
Normalmente, en tiempo de guerra, el general recibe sus órdenes del soberano del estado. Durante el proceso de organización de las tropas y movilización de sus hombres, para convertir su ejército en una entidad armoniosa y colocarla en posición, nada es más difícil que el arte de maniobrar hasta posiciones ventajosas. Lo complejo del tema es convertir la ruta más intrincada en la ruta más directa, y distraer al enemigo con señuelos. Para lograrlo, debes ponerte en marcha después de que lo haga el contrario, y llegar al campo de batalla antes que él. Quien es capaz de hacer esto muestra su conocimiento del artificio de la distracción.
La ventaja y el peligro son materias inherentes ambas al hecho de maniobrar para alcanzar una posición ventajosa. Aquel que pone en movimiento al ejército entero, junto con su impedimenta, persiguiendo una posición ventajosa, no la obtendrá.
Si abandona el campamento y toda la impedimenta en la lucha por obtener ventaja, perderá todo su equipo. Si ordena a sus hombres realizar marchas forzadas sin armadura, sin detenerse día y noche, para cubrir el doble de la distancia usual en un desplazamiento, y cubriendo cien li en la lucha por la ventaja, es posible que vea como sus comandantes son capturados.
Los hombres más fuertes y resistentes llegarán primero, y los más débiles estarán aún atrás; así pues, si se emplea este método, tan solo la centésima parte del ejército llegará a su destino.
En una marcha forzada de cincuenta li, el comandante de la vanguardia caerá probablemente, pero la mitad de sus hombres llegarán. En una marcha forzada de treinta li, solo llegarán dos tercios.
Esto significa que un ejército en el que se deje atrás el equipo pesado, suministros, comida y equipajes estará perdido.
Aquel que no está de acuerdo con los designios de sus vecinos, no debe entrar en alianzas con ellos. Aquellos que no conocen las condiciones de montañas y bosques, desfiladeros peligrosos, marismas y pantanos, no pueden dirigir la marcha de un ejército. Aquellos que no emplean guías locales son incapaces de obtener ventajas del terreno.
La guerra se basa en el engaño. Muévete cuando sea ventajoso y crea cambios en la situación dispersando y concentrando tus fuerzas. Cuando entras en campaña, sé rápido como el viento; haciendo marchas normales, majestuoso como el bosque; en las incursiones y saqueos, feroz como el fuego; cuando te detienes, firme como las montañas. Si te escondes, sé tan insondable como las cosas más allá de las nubes; en movimiento, cae como el rayo. Para saquear una región, dispersa tus fuerzas. Cuando conquistas un territorio, defiende los puntos estratégicos.
Sopesa la situación antes de efectuar movimiento alguno. Aquel que domina el artificio de la diversión saldrá victorioso. Así es el arte de maniobrar.

VACÍO Y ACTUALIDAD
Generalmente, el que ocupa primero el campo de batalla y espera al enemigo puede descansar, y aquel que llega más tarde a escena y se precipita a la lucha, comienza cansado. De este modo, el que es experto en la guerra atrae al enemigo al campo de batalla, y no se deja llevar allí por el enemigo.
El que es capaz de hacer que el enemigo llegue al campo propio lo consigue ofreciendo a éste algún tipo de ventaja. Y el que es capaz de retardar la llegada del enemigo lo consigue haciendo que éste se detenga por precaución.
Así pues, cuando el enemigo está descansado, sé capaz de agotarle; cuando está bien alimentado, sé capaz de hacerle pasar hambre; cuando está descansando, haz que se mueva.
Toma los lugares que sea incapaz de rescatar; desplázate suavemente en la dirección por donde seas menos esperado.
Cuando eres capaz de desplazarte mil li sin cansarte, es debido a que viajas por lugares donde no hay enemigos. La forma de asegurarte de tomar aquello que atacas es atacando el lugar que el enemigo no defiende o no puede proteger. La forma de asegurarte de mantener la posición que defiendes es defender una posición que el enemigo teme o no es capaz de atacar. Por lo tanto, contra aquellos hábiles en ataque, el enemigo no sabrá cómo defenderse, y contra aquellos expertos en la defensa, el enemigo no sabrá cómo-atacar.
Sútil e insustancial, el experto no deja huella. Tan divinamente misterioso que es inaudible. Así es el dueño del destino del enemigo. Su ofensiva será irresistible si la lanza contra las posiciones débiles del contrario. No puede ser sobrepasado cuando se retira, si se mueve rápidamente. Cuando yo decido presentar batalla, mi enemigo, incluso protegido por altos muros y profundos fosos, no puede evitar enfrentarse a mi, pues ataco una posición que debe defender. Cuando yo deseo evitar la batalla, puedo defenderme simplemente trazando una línea en el suelo: el enemigo será incapaz de atacarme, pues he hecho que se desplazase a un lugar distinto del que él deseaba.
Si soy capaz de determinar las disposiciones del enemigo mientras que, al mismo tiempo, oculto las mías, entonces puedo concentrar mis fuerzas, y las suyas han de dividirse. Y si yo me concentro mientras él se divide, puedo usar toda mi fuerza para atacar una fracción de la suya.
Por tanto, seré superior numéricamente. Si soy capaz de usar a muchos para golpear a unos pocos en un punto seleccionado, aquellos caerán sin remisión.
El enemigo no debe conocer donde intentaré presentar batalla. Pues si él no sabe donde intento batallar, debe hacer preparativos en muchos lugares diferentes. Y cuando él se prepara en muchos lugares, aquellos con los que tendré que luchar serán menos. Si se prepara en el frente, su retaguardia será débil, y si prepara su retaguardia, su frente será frágil.
Si refuerza su izquierda, su derecha será vulnerable, y si refuerza su derecha, le quedarán pocas tropas para la izquierda. Y si envía tropas a todas partes, será débil en todas partes.
La inferioridad numérica deriva de tener que resguardarse contra los ataques posibles; la superioridad numérica deriva de forzar al enemigo a hacer este tipo de preparativos contra nosotros.
Si uno sabe donde y cuando se librará la batalla, sus tropas pueden marchar mil li y llegar al lugar. Pero si uno ignora cual será el campo de batalla o el día en que se librará, la izquierda será incapaz de ayudar a la derecha y la derecha será incapaz de ayudar a la izquierda, y la vanguardia será incapaz de apoyar a la retaguardia, y viceversa. Mucho más aún si se hallan separadas por decenas de li o, incluso, por solo unos pocos. A pesar de estimar las tropas del contrario como numerosas, ¿de qué le beneficia esta superioridad respecto al resultado final de la guerra?. Así pues, la victoria puede aún alcanzarse, pues incluso si el enemigo es numéricamente superior, puede evitarse el encuentro directo con su totalidad.
Analiza los planes del enemigo de forma que puedas averiguar sus puntos débiles y sus puntos fuertes. Agítale de cara a identificar las pautas de sus movimientos. Ponle señuelos para que revele sus disposiciones, y determina su posición. Lanza un ataque de prueba para aprender donde es fuerte y donde es deficiente. El principal objetivo en la disposición de las tropas propias es situarlas sin que presenten una forma identificable. De este modo, ni el más penetrante de los espías puede entrometerse, ni el mas sabio puede trazar planes contra ti.
Es de acuerdo con la situación, el cómo los planes llevan a la victoria, pero la mayoría no entiende esto. Aunque cualquier puede ver los aspectos externos, nadie comprende cómo se ha alcanzado realmente la victoria. Cuando se gana una batalla, las tácticas no deben repetirse. Uno debe siempre responder a las circunstancias en una infinita variedad de modos.
Ahora, un ejército puede ser semejante al agua, pues al igual que el agua que fluye evita las alturas y se dirige al llano, un ejército debe evitar la fuerza y atacar sobre la debilidad. Y al igual que el agua fluye y toma forma de acuerdo con el terreno, así un ejército se dirige a la victoria de acuerdo con la situación del enemigo. Igual que el agua no tiene una forma constante, no hay condiciones constantes en la guerra. Al que es capaz de conseguir la victoria modificando sus tácticas de acuerdo con la situación del enemigo, bien puede llamársele divino.
De los cinco elementos (agua, fuego, metal, madera y tierra), ninguno predomina siempre; de las cuatro estaciones, ninguna dura para siempre; de los días, algunos son largos y otros cortos, y la luna crece y mengua. Esta es también la regla que rige en el empleo de tropas.

ACTITUD DEL EJÉRCITO
Generalmente, mandar un gran ejército es lo mismo que mandar a unos pocos hombres. Es una cuestión de organización. Y dirigir un gran ejército es lo mismo que dirigir a unos pocos hombres. Es una cuestión de formación y señales.
Que un ejército sea capaz de soportar el ataque enemigo sin sufrir la derrota se debe a las operaciones conjuntas de fuerzas normales y fuerzas extraordinarias.
Las tropas cargando contra el enemigo como una piedra de molino contra un montón de huevos, es un ejemplo de una sólida actuación contra una vacía.
Generalmente, en la batalla, se usa la fuerza normal para resistir, y las fuerzas extraordinarias para vencer. Los recursos de aquellos que son expertos en el uso de fuerzas extraordinarias son tan infinitos como el cielo, tan inagotables como el fluir de los grandes ríos, puesto que terminan y recomienzan -cíclicamente, como los movimientos del sol y la luna-.
Renacen -recurrentes, como es el paso de las estaciones-. Las notas musicales son como las estaciones. Son solo cinco en número, pero sus combinaciones son tan infinitas que nadie puede visualizarlas todas. Los sabores son solo cinco en número, pero sus mezclas son tan variables que nadie puede degustarlas todas. En la batalla, solo existen las fuerzas normales y las extraordinarias, pero sus combinaciones tampoco tienen límite, nadie puede comprenderlas todas. Pues estas dos fuerzas se reproducen mutuamente. Es como el movimiento sin fin en un círculo.
Pueden morir y ¿quien puede agotar las posibilidades de sus combinaciones?
Cuando las aguas torrenciales arrastran las piedras, es a causa de su impulso; cuando el vuelo de un halcón rompe el cuerpo de su presa, es a causa de su precisión. Así pues, el impulso de aquel experimentado en la guerra es aplastante, y su ataque extremadamente preciso. Su potencial es el de un carcaj lleno; su precisión, el soltar la cuerda del arco.
En medio del tumulto, la batalla parece caótica, pero no debe existir desorden en las propias tropas. El campo de batalla puede parecer confusión y caos, pero el bando propio debe permanecer ordenado. Así será a prueba de derrotas. La confusión aparente es el resultado de una buena ordenación; la cobardía aparente, del coraje; la debilidad aparente, de la fuerza. Orden y desorden dependen de la organización y la dirección; coraje y cobardía, de las circunstancias; fuerza y debilidad, de las disposiciones tácticas.
Así pues, el que es capaz de hacer moverse al enemigo, lo hace creando una situación, de acuerdo con la cual el enemigo actuará. Tienta al enemigo con algo que desea alcanzar. Mantenle en movimiento sosteniendo ese algo fuera de su alcance, y entonces, atácale con tropas escogidas
Un comandante experto obtiene la victoria de la situación, y no la exige de sus subordinados. Selecciona los hombres adecuados y explota la situación. El que es capaz de usar la situación, usa a sus hombres en la lucha como rodillos o como bloques de piedra: la naturaleza de un rodillo es tal que en suelo llano permanece estático; en pendiente, se mueve. Un bloque cuadrado de piedra detiene cualquier cosa; si es redondo, arrolla.
Así pues, la energía de las tropas hábilmente dirigidas en la batalla puede compararse al impulso de una rueda de molino que se deja rodar desde lo alto de una pendiente de mil metros de elevación.

ESTRATEGIA OFENSIVA
Generalmente, la mejor política en la guerra es tomar un estado intacto; arruinarlo es inferior. Capturar el ejército enemigo entero es mejor que destruirlo. Tomar intacto un regimiento, una compañía o un escuadrón, es mejor que destruirlo. Conseguir cien victorias en cien batallas no es la medida de la habilidad: someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia.
De este modo, lo que es de máxima importancia en la guerra es atacar la estrategia del enemigo. Lo segundo mejor es romper sus alianzas mediante la diplomacia.
En tercer lugar viene atacar a su ejército, y la peor de todas las estrategias es atacar ciudades
Atacar ciudades es algo que solo ha de hacerse cuando no hay ninguna otra alternativa, ya que la preparación de escudos y su transporte, y tener preparadas las armas y el equipo necesario, requiere al menos tres meses, y montar las máquinas de asedio y las escalas para asaltar las murallas, requiere otros tres meses adicionales.
El general, incapaz de controlar su impaciencia, ordenará a las tropas cargar contra las murallas, con el resultado de que un tercio de ellas perecerá sin haber tomado la ciudad. Así de calamitoso es atacar ciudades.
Así pues, los verdaderamente hábiles en la guerra someten al ejército enemigo sin batallar. Capturan las ciudades enemigas sin asaltarlas, y se apoderan del estado enemigo sin campañas prolongadas. Su meta es tomar intacto todo cuanto hay bajo el cielo, mediante consideraciones estratégicas. Como resultado, sus tropas no se desgastarán, y las ganancias serán completas. Este es el arte de la estrategia ofensiva.
En consecuencia, el arte de usar tropas es éste: Si se es diez veces superior al enemigo, rodeadle. Si se es cinco veces más fuerte, atacadle. Si se tiene el doble de fuerzas, divididle. Si se está a la par, superadle mediante un buen plan. Si se está en inferioridad numérica, sed capaces de mantener abierta una vía de retirada. Y si se está en desventaja en todos los aspectos, sed capaces de eludirle, pues una fuerza pequeña no es nada excepto botín para una más poderosa, si se enfrenta a ella temerariamente.
El general es el asistente del soberano del estado. Si esta asistencia es estrecha. El estado será fuerte sin duda; si es débil, el estado será ciertamente débil. Hay tres formas en que un soberano puede llevar a la derrota a su ejército: Si, ignorante de que el ejército no debería avanzar, ordena un avance; o si, ignorante de que no debería retirarse, ordena una retirada. Esto se conoce como desequilibrar al ejército. Si, ignorante de los asuntos militares, interfiere en su administración. Esto causa perplejidad entre los oficiales.
Si, ignorante de los problemas del mando, interfiere en la dirección de la lucha. Esto engendra dudas en la mente de los oficiales. Si el ejército está confuso y suspicaz, los gobernantes vecinos tomarán ventaja de ello, y causarán problemas. Esto es lo que significa la frase: Un ejército confuso lleva a la victoria del contrario. Por otra parte, hay cinco casos en los que puede predecirse la victoria: El que sabe cuando puede luchar y cuando no, saldrá victorioso. El que comprende cómo luchar, de acuerdo con las fuerzas del adversario, saldrá victorioso. Aquél cuyas filas estén unidas en un propósito, saldrá victorioso. El que está bien preparado y descansa a la espera de un enemigo que no esté bien preparado, saldrá victorioso. Aquel cuyos generales son capaces y no sufren interferencias por parte de su soberano, saldrá victorioso. Es en estos cinco puntos en los que se conoce el camino a la victoria. Por tanto os digo: Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla.

HACER LA GUERRA
En operaciones bélicas, cuando se requieren mil carros rápidos de cuatro caballos, mil carros pesados, y mil soldados; cuando han de transportarse provisiones para un millar; cuando existen gastos en casa y en el frente, y estipendios para enviados y consejeros, el coste de materiales como goma y laca, carros y armaduras, asciende fácilmente a mil piezas de oro al día. Un ejército de cien mil hombres puede ser puesto en campaña solo, cuando este dinero está totalmente recaudado recordando siempre que:
Una victoria rápida es el principal objetivo de una guerra. Si la victoria tarda en llegar, las armas pierden el filo y la moral decae. Si las tropas atacan ciudades, su fuerza se desgasta. Cuando un ejército se implica en una campaña prolongada, los recursos del estado disminuyen rápidamente.
Cuando tus armas están melladas y el ardor decae, tu fuerza exhausta y el tesoro gastado, los jefes de los estados vecinos tomarán ventaja de la crisis para actuar. En ese caso, ningún hombre, por sabio que sea, será capaz de evitar las desastrosas consecuencias que de ello resulten. Por todo ello, mientras que hemos oído mucho acerca de despilfarros estúpidos en tiempo de guerra, no hemos visto aún una operación inteligente que fuese prolongada. Nunca ha existido una guerra larga que haya beneficiado al país. De todo esto se deduce que aquellos incapaces de comprender los peligros inherentes al empleo de tropas, son igualmente incapaces de comprender cómo emplearlas ventajosamente.
Aquellos expertos en hacer la guerra no necesitan una segunda leva de reclutas, o más de dos aprovisionamientos.
El equipo militar se transporta desde casa, pero se confía en el enemigo en cuanto a las provisiones. Así, el ejército estará plenamente provisto de comida. Cuando un país se empobrece a causa de operaciones militares, es debido al transporte distante; llevar suministros a largas distancias deja al pueblo desamparado. Mientras las tropas están reunidas, los precios suben. Cuando los precios suben, la riqueza del pueblo baja. Cuando la riqueza baja, el pueblo sufre duras exigencias. Con esta pérdida de riqueza y fuerzas, los que tienen recursos se ven extremadamente empobrecidos, y siete décimas partes de sus recursos se disipan. Y entre los gastos del gobierno, aquellos debidos a reponer carros rotos, caballos agotados, armaduras y cascos, arcos y flechas, escudos, manteletes, y carros de suministros, consumen hasta un 60 por ciento del total.
Por ello, un general inteligente hace que sus tropas se aprovisionen del enemigo, pues una medida de provisiones enemigas es equivalente a veinte de las propias, y una medida de la comida del enemigo equivale a veinte de las propias.
De cara a incrementar el coraje de los soldados al atacar al enemigo, ha de encolerizarles. De cara a capturar más botín del enemigo, ha de recompensarlos.
Por ejemplo, en una lucha de carros de combate en la que diez carros enemigos han sido capturados, recompensad al que ha tomado el primero. Reemplazad las banderas enemigas con las propias, mezclad los carros capturados con los vuestros, y montadlos. Tratad bien a los prisioneros de guerra, y cuidad de ellos. Esto se llama “Vencer una batalla y salir reforzado.”
Por todo esto, y dado que lo único valioso en la guerra es la victoria, no prolonguéis las operaciones. Y el general que comprende como emplear las tropas, es el árbitro del destino de la nación.

ESTIMACIONES
La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado; un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción.
Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente.
Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos antagonistas, de cara a determinar el resultado de la contienda.
El primero de estos factores es la política; el segundo, el clima; el tercero, el terreno; el cuerpo, el comandante; y el quinto, la doctrina.
La política significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante, de modo que le siga donde sea, sin temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro. El clima significa la noche y el día, el frío y el calor, días despejados o lluviosos, y el cambio de las estaciones. El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia. El comandante ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y disciplina. Por último, la doctrina ha de ser comprendida como la organización del ejército, las graduaciones y rangos entre los oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la provisión de material militar al ejército.
Estos cinco factores fundamentales han de ser conocidos por cada general. Aquel que los domina, vence; aquel que no, sale derrotado. Por lo tanto, al trazar los planes, han de compararse los siguiente siete factores, valorando cada uno con el mayor cuidado:
1. ¿Qué dirigente es más sabio y capaz?
2. ¿Qué comandante posee el mayor talento?
3. ¿Qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?
4. ¿En qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?
5. ¿Qué tropas son más fuertes?
6. ¿Qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?
7. ¿Qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?
Mediante el estudio de estos siete factores, seré capaz de adivinar cual de los dos bandos saldrá victorioso y cual será derrotado. El general que siga mi consejo, es seguro que vencerá. Ese general ha de ser mantenido al mando. Aquel que ignore mi consejo, ciertamente será derrotado.
Ese debe ser destituido. Tras prestar atención a mi consejo y planes, el general debe crear una situación que contribuya a su cumplimiento. Por situación quiero decir que debe tomar en consideración la situación del campo, y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso.
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo. Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egotismo. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque los cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que las condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las condiciones favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede.
Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en absoluto. Mediante todo esto, uno puede adivinar el resultado final de la batalla.
Hay documentadas gran cantidad de sociedades secretas, de gran o de menor importancia, pudiéndose destacar entre ellas la Yi Je Quan (Sociedad de los puños de justicia y armonía), Ta Tao Hui (Sociedad del gran sable) y Mei Hua Hui (Sociedad de la flor de ciruelo).
A pesar de que habían existido con anterioridad numerosas revueltas de diversa índole, el año 1898 comienza con una serie de levantamientos organizadas por las sociedades secretas en contra del poder extranjero encarnado por los países occidentales, los cuales desde hacía cuatro décadas intervenían en forma constante en China para dominar los mercados y asegurarse el dominio del comercio.
Esta sublevación fue conocida en occidente como la "Rebelión de los Bóxers",*1) o como "Movimiento Yi Je Tuan" en chino.
La sublevación comienza en la provincia de Shandong y aunque sus principales cabecillas resultaron muertos la revuelta continuó y se expandió a otras regiones, dirigiéndose luego hacia la ciudad de Tientsin y posteriormente a Beijing (Pekín), donde dominan la ciudad y sitian durante 55 días (19/06/1900 al 14/08/1900) a los diplomáticos y habitantes occidentales en el Barrio de las Embajadas (Tunjiao Minxiang).
Si bien los rebeldes tenían como objetivo primario el derrocamiento de los manchúes, ante la intervención occidental el primer objetivo pasa a ser la expulsión de estos últimos de China.
En vista de esto el gobierno Qing decide apoyarlos y los estimula. Como consecuencia de los hechos de Pekín las potencias occidentales (Inglaterra, Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, Francia, Italia y Austria) envían finalmente atacando Beijing y masacrando a los boxers.
En vista de esto las tropas imperiales retroceden y declaran rebeldes a las sociedades, traicionándolas y contribuyendo a su exterminio.
Gran cantidad de practicantes y maestros murieron en estos sucesos donde se enfrentaron manos, puños y armas blancas contra el más moderno armamento de fuego en la que fue la última guerra donde se luchó con armas antiguas.

*1) "Rebelión de los Bóxers"
Hay documentadas gran cantidad de sociedades secretas, de gran o de menor importancia, pudiéndose destacar entre ellas la Yi Je Quang (Sociedad de los puños de justicia y armonía), Ta Tao Huí (Sociedad del gran sable) y Mei Hua Huí (Sociedad de la flor de ciruelo).
A pesar de que habían existido con anterioridad numerosas revueltas de diversa índole, el año 1898 comienza con una serie de levantamientos organizadas por las sociedades secretas en contra del poder extranjero encarnado por los países occidentales, los cuales desde hacía cuatro décadas intervenían en forma constante en China para dominar los mercados y asegurarse el dominio del comercio.
Esta sublevación fue conocida en occidente como la "Rebelión de los Bóxers", o como "Movimiento Yi Je Tuan" en chino.
La sublevación comienza en la provincia de Shandong y aunque sus principales cabecillas resultaron muertos, la revuelta continuó y se expandió a otras regiones, dirigiéndose luego hacia la ciudad de Tientsin y posteriormente a Beijing (Pekín), donde dominan la ciudad y sitian durante 55 días (19/06/1900 al 14/08/1900) a los diplomáticos y habitantes occidentales en el Barrio de las Embajadas (Tunjiao Minxiang).
Si bien los rebeldes tenían como objetivo primario el derrocamiento de los manchúes, ante la intervención occidental el primer objetivo pasa a ser la expulsión de estos últimos de China.
En vista de esto el gobierno Qing decide apoyarlos y los estimula. Como consecuencia de los hechos de Pekín las potencias occidentales (Inglaterra, Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, Francia, Italia y Austria) envían sus ejércitos para levantar el sitio, penetrando por el norte y finalmente atacando Beijing y masacrando y asesinando a los Boxers. En vista de esto las tropas imperiales retroceden y declaran rebeldes a las sociedades secretas, traicionándolas y contribuyendo a su exterminio.
Gran cantidad de practicantes y maestros murieron en estos sucesos donde se enfrentaron manos, puños y armas blancas contra el más moderno armamento de fuego en la que fue la última guerra donde se luchó con armas antiguas.


ISILOMMX

jueves, 8 de abril de 2010

CHINA (El Celeste Imperio)

Es el país con la civilización más antigua que se conoce.

Al principio la religión China versaba y se creía en un Ser Supremo denominado, Sublime Cielo, creador de todas las leyes y autor de todas las cosas. Se le inmolaban víctimas propiciatorias, generalmente un buey, y se llamaba su atención encendiendo hogueras en la cumbre de las montañas.
Para adivinar el porvenir se quemaban tortugas. Por las crepitaciones y el humo se conjeturaba el tiempo venidero.
El culto a los manes o dioses del hogar, la devoción a los muertos y el respeto a los superiores, especialmente a los ancianos, eran también de primordial importancia.
La religión china de todos los tiempos ha sido una mezcla de muchas creencias íntimas y con un aderezo de filosofía.
El elemento primordial de esta concepción trascendente de la vida era el Tao, es decir, “El orden, y la armonía entre la materia y el espíritu”, algo indefinido, que lo mismo presidía el crecimiento de las plantas, ó que impulsaba a los espíritus a obrar correctamente. Inmersos en el Tao se encontraban todos los reglamentos, de las disciplinas y los dogmas que regían la cortesía, y el trato con el Emperador y sus ministros, con los mayores, con los padres y familiares, incluso con los animales.
El principio masculino era Yang simbolizado en el Cielo, y el femenino era Yin, la Tierra. De esta unión surgió no sólo una inmensa cantidad de dioses menores, y geniecillos diversos, sino la sistematización de la vida entera, porque en China todo estaba previsto: los días de luto y de fiesta, las horas de reposo y diversión, las reverencias a los superiores, el simbolismo de las flores o el ritual del té.
Las divinidades secundarias poblaban los bosques, gobernaban la lluvia, el viento, la tempestad, y gracias a ellas fermentaba el pan, estaba sano el ganado, se llenaban los pozos, florecían las plantas y por su culpa también enfermaban los niños y se perdían las cosechas.
El culto era sólo una fría y perfectamente reglamentada disciplina. Otro aspecto de su religiosidad estribaba en la veneración a los antepasados, muy distinta de la egipcia. En China, el familiar que había emigrado al reino del más allá era reverenciado en la intimidad del hogar y a lo largo de diversas festividades anuales.
La veneración del cuerpo y la fe en su supervivencia habían sido sustituidas en China por la seguridad tranquila de que el espíritu familiar convive realmente con la familia, toma parte en sus alegrías y de un modo directo informa y participa en todos los actos del hogar.
En China el hombre más desgraciado no es el que fallece sin sepultura, sino aquel que muere sin descendencia.
Casi al mismo tiempo aparecieron dos reformadores religiosos cuyas doctrinas ejercieron una influencia decisiva en la vida del pueblo chino ellos fueron: Lao-Tsé y K'ung-Fu-Tsé (Confucio).

KUNG-FU-TSÉ (CONFUCIO)

Cuando ha de ocurrir algo extraordinario, fuera de lo corriente, sea bueno o sea malo, en China suele aparecer un kilin, animal sagrado que muy pocas personas han podido contemplar. A la madre de Confucio se le apareció un kilin y nueve meses más tarde tuvo un niño a quien los hombres debían conocer con el apelativo de K'ung-Fu-Tsé, es decir, “El filósofo”.
En el momento de nacer, dos ángeles volaban sobre el techo de su casa mientras cuatro ancianos que representaban el espíritu de las cosas, del agua, del fuego y de la tierra, rodeaban su mansión para alejar a los espíritus malignos.
A los 22 años estableció una escuela donde enseñaba a quienes querían ser sus discípulos, y se cuenta que tuvo más de 3.000.
Él no escribió ningún libro, pero sus seguidores compilaron sus enseñanzas de los Discursos y de sus Diálogos y los copiaron en pergaminos.
Más tarde entró en la administración del Estado. En China es esa época era tenido por gran honor pertenecer al cuerpo de funcionarios públicos, y los muchachos inteligentes se preparaban concienzudamente, a fin de superar los exámenes que daban entrada a este núcleo de hombres de letras, mitad servidores del emperador, mitad pensadores.
A los 52 años de edad era ministro de Lu. Cuando contaba 72 años murió en ese momento el emperador Ts'in, destruyó todo recuerdo del filósofo K'ung-Fu-Tsé y persiguió a todos sus seguidores, pero al subir al trono imperial la dinastía Han, hacia el año 206 a. de J.C., la doctrina de Confucio fue declarada religión oficial.
Su máxima fundamental de conducta era: Lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás. La doctrina de Confucio, sintetizada en una serie de máximas morales, tendía a volver al pueblo a las viejas y ancestrales costumbres, algo rígidas, pero nobles y dignas. Confucio pensaba que si un hombre honesto y moral tuviese a su cargo el gobierno de la nación, se rodearía de hombres igualmente dignos y, por tanto, concibió la idea de educar a los príncipes que un día llegarían a ser emperadores, para que éstos, a su vez, influyesen en una corriente educativa que iría de los soberanos hacia los súbditos, y de este modo se reformaría la nación.
El que ante la ganancia piensa en la Justicia, ante el peligro ofrece su vida y en la vejez no se desdice de las promesas que hizo en su juventud, este hombre puede considerarse perfecto, decía Confucio. Por esto, cuando obtuvo en el reino de Lu el cargo de ministro que anhelaba, quiso transformar el país estableciendo un minucioso reglamento que abarcaba hasta los menores detalles de la vida corriente.
Nada quedaba al azar y los vasallos de Lu sabían, en todo momento, lo que podían y no podían hacer.
Confucio no pensó en lo triste y aburrida que sería una existencia tan esclavizada aunque lo fuese para el bien, y llegó un momento en que dicho reino, a pesar de la buena fue de Confucio y sus sabias leyes, cayó otra vez en la inmoralidad y el filósofo se alejó apesadumbrado de aquella provincia.
Refugiado en el reino de Wei, ordenó que sus discípulos recopilaran los libros de la sabiduría ancestral china: el I- King o "El libro de los cambios de los seres", el Chi-King o "El libro de los hechos pasados", el Li-King o "El libro de las ceremonias", etc.
Un día en que se celebraba una fiesta en el palacio de Wei penetró en los jardines un animal extraño y hermoso a la vez, nadie sabía cuál era su nombre ni lo habían visto nunca antes. Decidieron preguntarle a Confucio, y éste, al verlo, exclamó: -Es un kilin; no tardaré en morir. En efecto, el kilin que había anunciado su nacimiento, se presentó de nuevo para comunicarle el fin de su existencia. En las cercanías de K'ufou se levanta la tumba de Confucio, en cuya lápida hay grabada esta sentencia:
“Todo se le perdona a quien nada se perdonó a sí mismo”. La religión de Confucio resultó poco clara ya que no estructuró un cuerpo de doctrina definido y rígido.
La idea del príncipe bueno, paternal y providente para con sus súbditos, impregna su credo. Los conceptos de bondad, belleza, tolerancia, paz, etc., tan parecidos al cristianismo, son la base de su conducta y de su moral.
Durante dos mil años fue la religión oficial del Celeste Imperio. En la actualidad se calcula que unos 250 millones de fieles siguen las enseñanzas de Confucio.

LAO-TSÉ

Nació en el año 604 antes de nuestra Era. De él cuenta la leyenda que estuvo 80 años en el seno materno y que al nacer tenía ya el pelo blanco, por lo que nunca fue niño y vino al mundo lleno de sabiduría.
El país estaba dividido en innumerables Estados y Lao-Tsé fue un alto funcionario en la corte de Tchou. Se cuenta que vivió 200 años y su muerte, según la leyenda, fue siempre misteriosa. Había realizado un viaje hasta el lejano Tíbet y al cruzar la frontera el aduanero Yen-Hi le pidió que le enseñara la verdad y la sabiduría. Entonces Lao-Tsé escribió para él un precioso libro llamado Tao-Te-King, “El Camino de la razón y de la virtud” (el pricipio del Tao), que contiene sólo 5.000 palabras, las suficientes para enseñar al hombre todo lo que ha de saber en la vida para ser feliz eternamente. Una vez entregado el libro al aduanero, Lao-Tsé empezó a caminar en dirección a las cumbres y nunca más se ha sabido de él.
El ideal del Tao consiste en la identificación del hombre con el espíritu de humildad, la búsqueda de la paz, la renuncia solemne a toda violencia y la anulación de todo mal deseo, son los principios fundamentales del taoísmo.
Los yogas, con sus complicados ejercicios corporales y ayunos, aun no siendo taoístas, siguen este ideal de suprema renuncia, común en muchas religiones. Cinco siglos después de la muerte de Lao-Tsé, El Taoísmo fue considerado como religión oficial de China y su mayor esplendor y difusión tuvo lugar cuando imperaba la dinastía Tang. En la actualidad posiblemente existen unos 40 millones de Taoistas adeptos a la doctrina de Lao-Tsé.

EL BUDISMO

El Budismo ha sido por muchos siglos la tradición espiritual dominante en la mayor parte de Asia, incluyendo los países de la Indochina, como también Sri Lanka, Nepal, Tibet, China, Korea y Japón. A diferencia del Hinduismo, el Budismo se puede trazar hasta un único fundador, Siddharta Gautama, el llamado Buddha 'Histórico'. Vivió en la India a mediados del 6to siglo a.C.
Si el sabor del Hinduismo es mitológico y ritualista, el del Budismo es definitivamente psicológico. El Buddha no estaba interesado en satisfacer la curiosidad humana sobre el origen del mundo, la naturaleza de lo divino o preguntas similares. Estaba interesado exclusivamente con la situación humana, con los sufrimientos y frustraciones de los seres humanos. Su doctrina es, por ello, no una de metafísica sino una de psicoterapia. Hizo notar el origen de las frustraciones humanas y la forma de sobreponerse a ellas, tomando para ello los conceptos tradicionales hindúes de maya, karma, nirvana, etc., dándoles una interpretación psicológica renovada, dinámica y directamente relevante.
Después de la muerte de Buddha, el Budismo se desarrolló en dos escuelas distintas: la Hinayana y la Mahayana, la primera más ortodoxa y la segunda más flexible, en la India fue absorbido por el hinduismo pasando Buddha a ser una encarnación del multifacético dios Vishnu.
A medida que se extendió por Asia entró en contacto con una gran cantidad de culturas diferentes y mentalidades distintas que interpretaron la doctrina de Buddha desde diferentes puntos de vista. Gracias a esto el Budismo se mantuvo vivo a través de los siglos y se desarrolló en filosofías altamente sofisticadas con profundos conocimientos psicológicos.
A pesar de su alto nivel intelectual filosófico, el Budismo Mahayana nunca se pierde en pensamientos abstractos especulativos. Como siempre en el misticismo oriental, el intelecto es visto sólo como una forma de despejar la vía para la directa experiencia mística, que los budistas llaman 'despertar'. La esencia de esta experiencia es pasar más allá del mundo de distinciones intelectuales y opuestos, para alcanzar el mundo de acintya, lo impensable, donde la realidad aparece como una 'entidad' no-dividida e indiferenciada.
Esta fue la experiencia de Siddhartha Gautama una noche, luego de siete años de disciplina extenuante en los bosques. Sentado en profunda meditación bajo el celebrado Árbol Bodhi, el Árbol de la Iluminación, repentinamente obtuvo la clarificación final y definitiva de todas sus búsquedas y dudas, en el acto de 'insuperable y completo despertar', lo que lo transformó en Buddha, esto es, 'El Despertado'. Para el mundo oriental, la imagen de Buddha en estado de meditación es tan significativo como la imagen de Cristo crucificado para el occidente.
Buddha predicó su doctrina posteriormente expresada a la forma de Las Cuatro Nobles Verdades, una presentación compacta de la doctrina esencial, que mucho se parece a un diagnóstico médico, primero identifica la causa de la enfermedad de la humanidad, luego afirma que la enfermedad puede ser curada y finalmente prescribe el remedio.
La Primera Noble Verdad cita las características más sobresalientes de la situación humana, duhkha, que es el sufrimiento o frustración. Esta frustración se origina de nuestra dificultad en encarar un hecho básico de la vida, que todo lo que nos rodea es inestable y transitorio. "Toda cosa surge y desaparece", dijo Buddha, además la noción que el flujo y el cambio son rasgos básicos de la naturaleza, se encuentran entre los fundamentos del Budismo. El sufrimiento se origina cuando nos resistimos al flujo de la vida y tratamos de aferrarnos a las formas fijas, las cuales son todas maya, sean cosas, eventos, personas o ideas. Esta doctrina de impermanencia incluye además la noción de que no existe un ego, ningún 'yo' que es el objeto persistente de nuestras variadas experiencias. El Budismo sostiene que la idea de un 'yo' individual separado, es una ilusión, sólo otra forma de maya, un concepto intelectual que no tiene realidad. Aferrarse a este concepto lleva a la misma frustración que el agarrarse a cualquier otra categoría fija del pensamiento.
La Segunda Noble Verdad habla sobre la causa de todo el sufrimiento, trishna, que es el aferrarse, o agarrarse. Es el vano aferrarse a la vida, basado en un punto de vista errado, lo que se denomina avidya, o ignorancia. Debido a esta ignorancia dividimos el mundo que percibimos en cosas separadas e individuales y, por lo tanto, tratamos de confinar las formas fluidas de la realidad en categorías fijas creadas por la mente. Mientras se mantenga este punto de vista experimentaremos frustración tras frustración. El tratar de aferrarse a cosas que vemos como firmes y persistentes pero que en realidad son transitorias y en constante cambio, nos vemos atrapados en un círculo vicioso donde cada acción genera más acciones y cada pregunta genera nuevas preguntas. Esto se conoce como samsara, la ronda de nacer-morir, y es movida por karma, la cadena infinita de causa y efecto.
La Tercera Noble Verdad cita que el sufrimiento y la frustración pueden ser paradas. Es posible trascender el círculo vicioso de samsara, liberarse de las ataduras de karma y lograr un estado de total liberación llamado nirvana. En este estado, las falsas nociones de un 'yo' separado han desaparecido para siempre y la unidad de toda vida se hace una sensación constante. Nirvana es el equivalente de moksha en la filosofía hindú y, siendo un estado de conciencia más allá de todo concepto intelectual, desafía mayores descripciones. Llegar a nirvana es lograr el 'despertar' o el estado de Buddha.
La Cuarta Noble Verdad es la prescripción de Buddha para terminar con todo el sufrimiento, la Óctupla Vía del auto-desarrollo que lleva al estado de 'despertado'. Los dos primeros ya mencionados corresponden a la correcta visión y al correcto conocimiento; esto es, con el claro entendimiento de la situación humana, ese es el punto necesario de partida. Las cuatro secciones siguientes tienen que ver con el actuar correcto. Ellas dan las reglas para la forma de vida de un budista, que es el camino medio entre los extremos opuestos. Las últimas dos secciones tienen que ver con la correcta conciencia y la correcta meditación y describen la directa experiencia mística de la realidad que es su objetivo final.
Buddha no desarrolló su doctrina en un sistema filosófico consistente pero lo consideraba la forma para lograr la iluminación. Sus opiniones sobre el mundo estaban confinados a enfatizar la transitoriedad de todas las cosas. Insistió sobre la libertad ante autoridades espirituales, incluyendo la suya, aduciendo que él sólo podía mostrar la vía hacia el estado de Buddha, y que dependía de cada individuo encaminarse y avanzar hacia la meta por su propio esfuerzo. Las últimas palabras de Buddha al morir son característicos de su visión del mundo y de su actitud como profesor."La decadencia es inherente a todas las cosas compuestas", dijo antes de morir:"Avancen con laboriosidad".
La culminación del pensamiento budista se alcanza según muchos autores, en la llamada escuela Avatamsaka, que está basado en la sutra de igual nombre. Este sutra es considerado como el núcleo del Budismo Mahayana y es alabada por Suzuki con las palabras más entusiásticas:
Con respecto al Avatamsaka-sutra, es realmente la consumación del pensamiento Budista, el sentimiento Budista y la experiencia Budista. En mi parecer, ninguna literatura religiosa en el mundo podrá alcanzar la grandeza de conceptos, la profundidad de sentimientos y la gigantesca escala de composición que se logra en este sutra. Es la eterna fuente de vida de la cual ninguna mente religiosa volverá sedienta o sólo parcialmente satisfecha.
Este fue el sutra que estimuló las mentes chinas y japonesas más que cualquier otra cosa, cuando el Budismo Mahayama se extendió a través de Asia. El contraste entre los chinos y japoneses, por un lado, y los hindúes por el otro, es tan grande que se ha dicho que representan dos polos de la mente humana. Mientras los primeros son prácticos, pragmáticos y de mentalidad social los segundos son imaginativos, trascendentales y metafísicos. Cuando los filósofos chinos y japoneses comenzaron a traducir e interpretar el Avatamsaka, una de las mayores escrituras producidas por el genio religioso hindú, los dos polos se combinaron para formar una nueva unidad dinámica y el resultado fueron la filosofía Hua-yen en China y la filosofía Kegon en Japon, que constituye, según Suzuki, "el clímax del pensamiento Budista que se ha estado desarrollando en el Lejano Oriente por los últimos dos mil años".
El tema central de Avatamsaka es la unidad e interrelación de todas las cosas y eventos; una concepción que no sólo es la esencia de la visión oriental pero también es uno de los elementos básicos de la visión del mundo que está emergiendo de la física moderna

EL TAOISMO

Cuando el Budismo llegó a la China, aprox. el primer siglo D.c., se encontró con una cultura que tenía más de dos mil años de antigüedad. En esta antigua cultura, el pensamiento filosófico había llegado a su culminación en el periodo Chou (500-221a.C.), los años dorados de la filosofía china, y desde ese momento siempre se le tuvo en alta estima.
Desde el comienzo, esta filosofía tenía dos aspectos complementarios. Los chinos siendo gente práctica con una conciencia social altamente desarrollada, todas sus filosofías se relacionaban de una manera u otra con la vida en sociedad, con las relaciones humanas, los valores morales y el gobierno. Este es sólo uno de los aspectos del pensamiento chino. Complementario a éste, está el lado místico del carácter chino, que exigía que el objetivo más importante de la filosofía fuese trascender el mundo de la sociedad y la vida cotidiana y llegar así a un plano superior de conciencia. Este es el plano del sabio, el ideal chino del hombre iluminado que ha logrado una unión mística con el universo.
Los sabios chinos no se mantienen exclusivamente en este alto plano espiritual sino que igualmente se conciernen de los hechos terrenales. Une en él, dos lados complementarios de la naturaleza humana --la sabiduría intuitiva y el conocimiento práctico, la contemplación y la acción social-- que los chinos han asociado con las imágenes del sabio y el rey. Seres humanos plenamente realizados, en las palabras de Chuang Tzu,"por su tranquilidad se hacen sabios y por sus movimientos reyes".
Durante el siglo 6deg. A.C., los dos lados de la filosofía china se desarrollaron en dos escuelas distintivas, el Confucianismo y el Taoísmo. El Confucianismo fue la filosofía de la organización social, del sentido común y del conocimiento práctico. Le entregó a la sociedad china un sistema de educación y con estrictas convenciones de etiqueta social. Uno de los propósitos principales fue formar una base ética para el sistema de familia tradicional china con su estructura compleja y sus rituales de veneración de antepasados. Taoísmo, por el otro lado, se concernía primariamente con la observación de la naturaleza y el descubrimiento de su Camino, o Tao. La felicidad humana, de acuerdo a los taoístas, se logra cuando los humanos siguen el orden natural, actuando espontáneamente y confiando en sus conocimientos intuitivos.
Las dos tendencias de pensamiento representan polos opuestos en la filosofía china, pero en China siempre fueron vistos como polos de una y la misma naturaleza humana y por lo tanto complementarios. El Confucianismo se enfatizaba, generalmente, en la educación de niños que tenían que aprender las reglas y convenciones necesarias para vivir en sociedad, mientras que el Taoísmo usualmente era seguido por gente de mayor edad para así recobrar y desarrollar la espontaneidad original que habían sido destruidas por las convenciones sociales.
En los siglos once y doce, la Escuela Neo-Confuciana intentó una síntesis del Confucianismo, Budismo y Taoísmo, que culminó en la filosofía de Chu Hsi, uno de los más importantes sabios chinos.
El Confucianismo deriva su nombre de Kung Fu Tzu, o Confucio, un profesor de gran influencia con un gran número de estudiantes que vio como principal función transmitir las herencias culturales antiguas a sus discípulos. Al hacer esto pasó más allá de una simple transmisión de conocimientos pues interpretó las ideas tradicionales de acuerdo a sus propios conceptos morales. Sus enseñanzas fueron basadas en los llamados Seis Clásicos, libros antiguos sobre pensamientos filosóficos, rituales, poesía, música e historia, que representaba la herencia espiritual y cultural de los sabios santos del pasado de China. La tradición china ha asociado a Confucio con todos esos trabajos como autor, comentador o editor; pero de acuerdo a estudiosos modernos no fue ni autor, comentador ni siquiera editor de estos clásicos. Sus propias ideas se hicieron conocidas a través del Lun Yu, o Analecticas Confucianas, una colección de aforismos que fueron compilados por algunos de sus discípulos.
El originador del Taoísmo fue Lao Tzu, cuyo nombre literalmente significa "El Viejo Maestro" y que fue, de acuerdo a la tradición, un contemporario de más edad de Confucio. Sería la autor de un corto libro de aforismos, considerada la principal escritura taoísta. En China se le llama simplemente Lao-tzu, Y en el occidente se le conoce como el Tao-Te-Ching. Notorio es el estilo paradójico y el poderoso y poético lenguaje de este libro que según Joseph Needham es 'sin excepción el más profundo y bello trabajo en la lengua china'. Otro libro es elChuang-tzu, de mayor tamaño, al parecer escrito por varios autores distintos.
Los chinos, como los hindúes, creían que hay una realidad última que subyace y unifica las múltiples cosas y eventos que observamos:
Hay tres términos--"completo", "abarcándolo-todo", "todo". Estos nombres son diferentes, pero la realidad buscada en ellos es lo mismo: refiriéndose al Objeto Único.
Llamaron esta realidad el Tao, que originalmente significó 'la Vía'. Es la vía, o proceso, del universo, el orden de la naturaleza. En tiempos posteriores, los Confucianos le dieron una interpretación distinta. Hablaron del Tao del hombre, o el Tao de la sociedad humana, y lo entendieron como la forma correcta de vida en un sentido moral.
En su sentido cósmico general, el Tao es la cúspide, la realidad última, indefinible y como tal es el equivalente del Brahman hindú y el Dharmakaya budista. Difiere de los conceptos hindúes por su calidad intrínsecamente dinámica, que en el punto de vista chino, es la esencia del universo. El Tao es el proceso cósmico en el que todas las cosas están involucradas; el mundo es visto como un flujo continuo además de cambio.
El Budismo Hindú, con su doctrina de impermanencia tuvo una visión bastante similar, pero tomó esta visión meramente como la premisa básica de la situación humana y pasó luego a elaborar sus consecuencias psicológicas. Los chinos, por el otro lado, no sólo creyeron que el flujo y el cambio eran características esenciales de la naturaleza, sino que también existen patrones constantes en aquellos cambios que pueden ser observados por los humanos. El sabio reconoce estos patrones y dirige sus acciones de acuerdo a ellas. De esta manera se hace uno con el Tao, viviendo en armonía con la naturaleza y triunfando en todo lo que intente. En las palabras de Huai Nan Tzu, un filósofo del 2do siglo a.C.:
Aquel que se adapta al curso de el Tao, siguiendo el proceso natural del Cielo y la Tierra, encuentra que es fácil manejar todo el mundo.
Cuáles son entonces los patrones de la vía cósmica que el humano debe reconocer? La principal característica de el Tao es la naturaleza cíclica de su constante movimiento y cambio. "Volver es el movimiento del Tao", dice Lao Tzu, y "llegar lejos significa volver". La idea es que todos los desarrollos en la naturaleza, el mundo físico, como en las situaciones humanas, muestran patrones cíclicos de ir y venir, de expansión y contracción.
Esta idea fue sin duda deducida a partir de los movimientos del Sol y la Luna y de los cambios de las estaciones, pero también fue tomada como una regla de vida. Los chinos creen que cuando una situación se desarrolla hasta su extremo, está dado que luego se dará vuelta y se transformará en lo opuesto. Esta creencia básica les ha dado valentía y perseverancia en tiempos de calamidades y los ha hecho cuidadosos y modestos en tiempos de éxitos. Ha llevado a la doctrina de la media dorada en que Taoístas y Confucianos creen. 'El sabio', dice Lao-Tzu.'evita el exceso, extravagancia y la indulgencia'.
En la visión china es mejor tener muy poco que tener demasiado, y mejor dejar cosas sin hacer, que hacer demasiado, pues, aunque no se llegue muy lejos de esta manera, se está seguro de estar yendo en la dirección correcta. Aquel hombre que quiere ir más y más lejos hacia el oeste terminará al este, aquellos que acumulan más y más riquezas para aumentar sus bienes terminarán siendo pobres. La sociedad industrial moderna que continuamente está tratando de aumentar "el estándar de vida" y para ello disminuye la calidad de vida para todos sus miembros es una elocuente ilustración de esta antigua sabiduría china.
La idea de patrones cíclicos en los movimientos del Tao fue dada una estructura definida a través de la introducción de los opuestos polares Yin y yang. Son los dos polos que colocan los límites para los ciclos de cambio:
El yang habiendo llegado a su clímax retrocede a favor del Yin; el Yin llegando a su máximo, retrocede a favor del Yang.
En el punto de vista chino, todas las manifestaciones del Tao son generados por el juego dinámico de estas dos fuerzas polares. Esta idea es muy antigua y muchas generaciones han trabajado sobre el simbolismo del arquetípico para Yin y Yang hasta que se transformó en un concepto fundamental del pensamiento chino. El significado original de las palabras Yin y Yang era el del lado en sombra y el lado iluminado de una montaña, un significado que da una buena idea de la relatividad de los dos conceptos: Aquel que deja aparecer ahora la oscuridad, ahora la luz, eso es Tao. El carácter dinámico de Yin y Yang está ilustrado en el antiguo símbolo chino llamado T'ai-chi T'u o 'Diagrama del Último Supremo'. Este diagrama es un arreglo simétrico de Yin oscuro y Yang claro, pero la simetría no es estática. Es una simetría rotacional que sugiere, fuertemente, un movimiento cíclico constante: El Yang vuelve cíclicamente a su inicio; el Yin logra su máximo y da luego lugar al Yang. Los dos puntos en el diagrama simbolizan la idea de que cada vez que una de las fuerzas alcanza su máximo, ya contiene la semilla de su opuesto.
El par Yin y Yang son el gran leitmotiv que permea a la cultura china y determina todos los rasgos de la forma tradicional de vida. "La vida", dice Chuang Tzu, " es la mezcla armónica del Yin y el Yang". Esta ciclicidad se observa en las estaciones, en los cultivos, en las comidas, que según los chinos deben estar balanceadas en elementos Yin y Yang para ser saludables. La medicina tradicional china también se basa en el balance del Yin y el Yang. Cualquier enfermedad se considera una pérdida de balance. El cuerpo se divide en partes Yin y Yang. El balance entre las distintas partes se mantiene por un flujo constante de energía vital o Chi por un sistema de meridianos que contienen los puntos utilizados en la acupuntura, que se basa en la utilización de agujas en puntos específicos para reestablecer el flujo de la energía vital y curar así las enfermedades. La interrelación de Yin y Yang, el par primordial de opuestos, aparece por lo tanto, como un principio que guía todos los movimientos del Tao.